Mortalidad por sarampión en el siglo XXI
- Opinion/Manuel Ramiro Hernandez
Los que empezamos nuestra andadura en la medicina hace más de cincuenta años (sólo un poco más), nos acostumbramos a tratar con el sarampión, en la etapa prevacunal veíamos muchos casos, incluso los que después no nos dedicamos a la pediatría, durante nuestro entrenamiento y especialmente en las rotaciones por urgencias aprendimos a diagnosticarlo, era un reto intentar hacerlo antes del periodo eruptivo y se buscaban cuidadosamente los datos de posible complicación, especialmente respiratorias y neurológicas, los que estaban en riesgo permanecían hospitalizados y el resto enviados a casa. A los que se les internaba se les cuidaba, pero la verdad es que poco podíamos hacer por modificar el curso de la enfermedad. Había días que veíamos dos o tres casos, pero si estábamos en época estacional -la incidencia del sarampión la tiene-, podían ser muchos más. Sin olvidar que los niños que cursaban sin complicaciones duraban muchos días enfermos y tenían consecuencias sobre su crecimiento y desarrollo que tardaban tiempo en subsanar.
Nos ha tocado vivir una época de cambio en que la vacuna modificó considerablemente la frecuencia del sarampión y con ello las complicaciones y la mortalidad. México ha tenido una distinguida participación en la vacunación, con logros considerables y distinguidos, en 1951 se declaró erradicada la viruela en nuestro país, veinte años antes que se consiguiera en el resto del mundo. La vacunación para prevenir la poliomielitis se inició en México en 1956, con la aplicación de la vacuna Salk, lo que se hizo hasta 1961, a partir de 1962 se cambió por la vacuna Sabin, con lo que se fueron obteniendo mejoras considerables en la frecuencia de la enfermedad, al irse consiguiendo porcentajes cada vez mayores de población vacunada; para 1973 se había conseguido la vacunación de 73% de la población en riesgo. En 1990 se registró el último caso en nuestro país y un tiempo después se declaró al continente americano libre de poliomielitis, desafortunadamente en los últimos años se han presentado casos en Venezuela. En la década de los años 70 se inició la vacunación contra el sarampión con logros importantes, sin embargo, en 1990 se presentó un incremento en el número de casos con 5,899 defunciones, lo que hizo que se replantearan los programas de vacunación, con resultados muy alentadores, sin presentarse nuevos casos autóctonos; esporádicamente existen casos con origen en otros países que, dados los porcentajes de población vacunada, no tienen consecuencias. El último se presentó en 2018 con cuatro casos en la Ciudad de México, en miembros de nacionalidad no mexicana de un grupo poblacional no vacunado y que habían adquirido la enfermedad en otro país.
El sistema de vacunación tiene una historia de largo aliento en nuestro país, en donde han participado las autoridades sanitarias, y sobre todo la población, que se ha ido convenciendo de las bondades de la prevención por vacunación. Grandes hitos fueron la creación de la cartilla de vacunación y los programas que han desembocado al sistema de Semanas de Vacunación Nacional, que permiten incluir a grandes porcentajes de población en riesgo. Grandes figuras han participado en la creación de estos programas, probablemente la participación de Jesús Kumate, primero como subsecretario de Guillermo Soberón y después como secretario de Salud, han resultado fundamentales en el diseño del programa, su financiamiento, su desarrollo e implementación. Hace un tiempo, en un simposium organizado por el Dr. Guillermo Soberón en el Colegio Nacional, Jaime Sepúlveda, distinguido salubrista mexicano que ocupó varios e importantes puestos en el sistema de salud mexicano, y que ahora trabaja en San Francisco California, participó con una conferencia que tituló La Democracia Inmunológica, en la que expuso conceptos muy interesantes sobre cómo los programas de vacunación permiten a los niños enfrentar su desarrollo en igualdad de condiciones ante enfermedades prevenibles, y aclaró que cuando esto no sucede pone a individuos, generalmente pertenecientes a grupos socioeconómicos desfavorecidos, en condiciones desventajosas.
Recientemente, se supo que en Estados Unidos, en un grupo poblacional de la ciudad de Nueva York, se presentaron una serie de casos de sarampión que condujeron al fallecimiento de algunos niños. Un miembro del grupo, no vacunado, viajó al extranjero, adquirió la enfermedad y a su regreso, frente a un grupo tampoco vacunado, la enfermedad se extendió rápidamente. En algunos otros estados de la Unión Americana han venido sucediendo casos, también en poblaciones no vacunadas, por diferentes razones. Debemos hacer notar que, en 2017, sucedieron varias muertes por sarampión, 12 en Serbia, 6 en Italia, 2 en Francia y, en el mundo, especialmente en África, ocurrieron 90,000 fallecimientos; aunque hay que resaltar que es el primer año en que la cifra de fallecimientos está por debajo de 100,000.
Considero que es una verdadera tragedia que una enfermedad prevenible con una vacuna, cuya aplicación no tiene consecuencias, cuando menos graves, siga atacando tan severamente y que lo haga, aunque sea esporádicamente, en países desarrollados. Las causas son fundamentalmente dos: la falta o falla de los programas de vacunación; en África la falla es debida, fundamentalmente, a problemas financieros y a la corriente, no sé si puede considerarse biológica o filosófica, que aduce sin bases sobre el riesgo de su aplicación y en su inutilidad. La corriente ha ido ganando adeptos, especialmente entre los grupos naturistas, y ha ido dejando grupos poblacionales sin vacunar, lo que constituye un riesgo para ellos, pero también para el resto de la población. En nuestro país, aunque estos grupos existen, no han conseguido que su impacto crezca. Desde luego, los programas de vacunación deben seguir siendo cuidados, supervisados y vigilados. El de nuestro país es un ejemplo, tanto por los porcentajes de población protegidos como por la amplia gama de vacunas que ofrece. Conseguirlo no ha sido fácil, es el trabajo de muchos años y de muchas personas.